Agresión e impunidad, justicia y paz
Agresión e impunidad, justicia y paz
Me tomo el tiempo de escribir estas líneas para informarte a ti, ciudadano que como yo eres común pero sensato, de una situación aberrante que nos pone en riesgo de caer en una violencia generalizada sin distingo de clase, credo, religión o partido político.
Me refiero a la serie de amenazas que se han dado la tarea de desplegar algunos individuos en las redes sociales, en contra de la integridad de ciudadanos que salen cada día a dar lo mejor de sí para construir moral y éticamente una Venezuela digna, por supuesto, desde la visión socialista.
Éste es el caso de Atenógenes Urribarrí, un hombre que de trabajo, sacrificio y esfuerzo sabe mucho, un ciudadano que como tú y como yo se ve en la necesidad de usar transporte público – que en esta ciudad “ni es público ni es transporte” – él al igual que nosotros, llega al trabajo sudando la gota gorda luego de romperse el pantalón o llenárselo de grasa en el carrito por puesto, para sudar un poco más en el salón de clase. Pero lo indignante es que más allá de todo eso, es un hombre que se interna en las comunidades más necesitadas, lleva su canto y en él la luz del conocimiento y la esperanza y aliento del arte popular, y que como buen cultor y trovador defiende las causas justas, es decir las de los más necesitados.
Ese hombre, compañero, camarada y colega profesor de la UBV Zulia, fue amenazado por personajes en los que no perderé ni mi tiempo ni mis letras en identificar, eso debe estar en manos de las autoridades competentes. Y es allí a donde quiero llegar, nos hablan de paz y nosotros bien que sabemos de ello. Nosotros desde la izquierda más tímida hasta la más radical y accionaria, hemos sabido actuar desde el respeto a los derechos de los otros, sabiendo muy bien el límite donde terminan los nuestros y donde comienzan nuestros deberes. Nosotros somos sobrevivientes. Históricamente hemos sido perseguidos, torturados, y asesinados por oponernos a los embates de la exclusión y la explotación del sistema capitalista que tanto defiende la derecha de este país, que de democrática no tiene nada, porque simplemente no les es rentable.
Nos hablan de paz pero sin justicia no hay paz posible. Es necesario que el Estado asuma su rol, garantizando inalienablemente los derechos del Soberano, ciudadanos, gente de a pie quienes realmente son agredidos y obtienen respuestas y acciones a medias, sino ninguna, por parte del Poder Judicial, siempre cuando se trata de tocar a los defensores de la burguesía apátrida de este país.
Es necesario exigir justicia con contundencia en estos actos punibles, profundamente repudiables, no sólo por la izquierda, no sólo por los revolucionarios, cultores y la academia, sino también por todo aquel que lo guíe por ésta vida un poco de cordura, decencia y honestidad.
Ya basta de esa timidez absurda en la aplicación de la ley cuando se trata de tocar a los explotadores de siempre, fascistas de derecha, propagadores de la mentalidad que ha llevado a un sector de la población al desconocimiento total de sus deberes y de los derechos de los otros. Timidez que cada día crea más descontento y repudio de quienes tenemos bien claro cuál es el camino a seguir, que no es otro que el del modelo socialista desde la aplicación de la ley con eficacia y eficiencia en el cumplimiento de los debidos procesos para poder hablar de justicia y allí encontrar entonces la paz.
Finalizo por hacer un llamado a la acción, debemos crear un precedente exigiendo justica de manera pública y masiva en todo medio de comunicación que apoye este proceso político, haciendo seguimiento de casos como el del camarada, compañero, cultor, profesor y hombre de a pie Atenógenes Urribarrí. De no hacerlo, corremos el riesgo de caer en un espiral de violencia y persecución, en contra de todo aquel que comparta la visión socialista y la defensa de los pueblos jamás vista.
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